sábado, abril 30
estarán presentes Posted by Hello
Gran Show Gran!

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jueves, abril 28

Cementerio

Cada año, mi familia y yo visitamos el caluroso y monótono Cementerio Metropolitano, cuando mi abuelita (“La Juanita”) viene desde Osorno a visitarnos. La razón? Mi bisabuela. Ana Albertina Soto Núñez era la típica ancianita canosa, fiel hincha de “colo – colo”. Esta simpática abuelita, que quedo viuda a sus jóvenes veinticinco años, fue poco a poco deteriorada por el cáncer, pero murió de un sorpresivo derrame cerebral...

La ultima de estas visitas, fue una de las mas desoladoras de todas. Al llegar, nos estacionamos bajo la tranquilidad de el cansado sauce, que parecía triste como todos los años. Bajamos del auto para observar la tumba de la viejecilla. De inmediato “La Juanita” puso en el primer florero de cemento una cantidad abundante de ilusiones y seis rosas acompañadas de otros decorativos. En el segundo florero, puso mas ilusiones, pero solo cuatro rosas, demostrando preferencia por su madre, ya que junto a ella también se encontraba sepultado un tío de “La Juanita”.

Luego de un rato, entre mis padres, mi hermana, mi abuela y yo, decidimos ir a buscar agua para los 2 floreros y el pasto seco, a una fuente totalmente consumida por la humedad y los hongos. Al lado de esta fuente habían una mujer de unos cincuenta años, un joven y un poco mas lejos una niña. No es que estuviera pendiente de lo que hablaban, pero las tres veces que acudí a buscar agua escuché tres temas de conversación distintos... Herencias, disparos y un cabaret, respectivamente.

De vuelta a la tumba, solo me senté sobre la roca de cemento que acompaña la tumba de mi bisabuela a observar los alrededores . El calor y esa triste tranquilidad me asfixiaban. Desde el auto sonaba un poco de jazz clásico de los años 50, del que mi bisabuela disfrutaba mucho en vida. En la tumba siguiente a la de la abuelita “beti”, como le decían de cariño en mi familia, un hombre estaba sentado en una especie de banco mirando frente a frente la tumba que visitaba. Con cara de nostalgia, fumaba mientras a su alrededor jugaban dos niños que parecían ser sus hijos. Unos 15 o 20 metros delante mío, una pareja (hombre y mujer) de unos cuarenta años, colgaban globitos de colores sobre los árboles cercanos a la tumba que visitaban, la que contenía algunos regalos. Era el cumpleaños mas triste que he visto. La nostalgia me invadía cuando mi padre menciona un “Vamos?” que fue una especie de despertador para mi cabeza.

Ya dentro del auto, me fui con la cabeza fuera del vidrio mirando las lapidas, tumbas y nichos en las que descansaban miles de cuerpos. Ya no resistía el calor insoportable, por lo que después de un rato me quede dormido con una manzana a medio terminar en mi mano derecha pensando en lo tristes y angustiosos que son los cementerios y en que escribiría un texto sobre eso...
martes, abril 26

Love Pie

Pequeña receta para un Love Pie:

Comienzo:

-Unas cuantas vueltas por tu barrio (En caso de que falte consistencia para armas las otras partes del pie, da un par de vueltas más)
-Una vecina que tengas en común
-Estar absolutamente solo antes de eso
-Ir a un par de shows punx
-Tener cosas en común (Al principio no es necesario ser Individuos totalmente iguales)
-Te tiene que gustar él (ella)

Masa:

-Skitles
-Hersheys Cookies'n Cream
-Calugas de La Vaca Lechera
-Papas fritas Lays, sabores del mediterraneo, color azul.
-Pie de limón
-Helados Sabory Merengue Lúcuma
-Nuggets de pollo
-Carne a la espada
-Helados Crazy frambuesa y Maxibon
-Sprite zero
-Caesar Salad ( Friday's)

Relleno:

-que tontito(a)!
-qué pesota(e)!
-mi niñita!
-mi niñito!
- es que yo te amo
-de veritas?

y Lo más importante...lejos:


Mi niña te amo

cuanto?

No sé puede contar en escalas humanas tontitas...

otro 28 se acerca...!!
sábado, abril 23

Pato lee en cama

Un día estaba Pato en cama enfermo y leía un libro cuando llega su hermana a la pieza y le pregunta "que haces?" "leo", respondio Pato. "¿Para no aburrirte?" preguntó nuevamente su hermana a lo que Pato respondió "No, para divertirme".
viernes, abril 22

Vivan las lenguas muertas ... (versión terminada y arreglada)

Los prados frondosos de las praderas colindantes al Rin, se renuevan cada año con la venida de las alegres golondrinas desde el oeste. Cada pétalo de las margaritas, que nacen como maleza, visten las adornadas hectáreas silvestres en estas épocas primaverales, donde no solo la alergia florece, si no que también lo hacen los cantos de las avecillas que recitan sus aventuras sobre los desesperados vuelos invernales e interminables, buscando el esquivo calor.

El vuelo de una de estas pequeñas golondrinas, se topó con la cabeza de Givet.
El joven la miró a sus pequeños ojos y la invitó a volar desde la palma de su tersa mano, "mano de príncipe" le decía su abuelo en aquellos días en los que todavía vivía, antes de que la gran guerra lo hiciera caer en el frente de verdún, víctima de una bomba de mano lanzada por algún soldado alemán desde la trinchera contigua. Una mano tranquila de Givet, aún así ante la importancia que reflejaba el tener un ave tan bella, como esa, un poco excitada ante el encuentro-descubrimiento al chocar contra Givet.
El ave no se movió.
Givet cerró sus ojos apretando firmemente sus párpados, tensó su muñeca y su antebrazo. Estuvo algunos segundos en un estado de concentración máximo, totalmente ensimismado, y entonces, se relajó, blanqueó su mente y abrió sus ojos bajo un nuevo estado de tranquilidad, regalándole una tierna sonrisa a la golondrina, la cual abrió sus alas, aleteó un poco y despegó de punta hacia el cielo, con la vista de Givet persiguiéndola desde el suelo, sobre los pastos amarillentos, que evocaban a espigas. El tranquilo suelo.

Givet nunca en su vida había pronunciado una palabra, de hecho, ni siquiera lloró en el momento de su nacimiento, el 24 de Agosto de 1898 cuando el doctor lo despojó de su madre y su apreciado cordón umbilical, que defendió hasta el último momento, con patadas y bofetadas dignas del mejor de los boxeadores. El doctor dijo que era normal su "mudez temporal", ya que era parte del crecimiento de los infantes, él aprender a hablar, cosa que sus progenitores no cuestionaron por no tener la adecuada educación. Sus padres, Jacques D'Allezis y Suzanne le Blanc, ambos campesinos de 28 y 26 años respectivamente, al momento de su nacimiento, nunca tuvieron la oportunidad de estudiar gracias a su crítica posición económica, y al alma libre que tenía su padre, monsieur D'Allezis, quién gustaba de darse viajes, de largas caminatas en las que recorría todo lo que a pie se puede recorrer. Conoció Berna en Suiza, en donde inició su peregrinar por Los Alpes, desde donde bajó para llegar a Viena, la publicitada Viena, ciudad madre de las artes por esos días; también conoció Praga, Berlín, Eindhoven, Bruselas, Bonn, Colonia y muchos varios pueblos que no pasaré a nombrar por falta de tiempo; El padre, en uno de esus viajes locos, llegó al puerto francés de Dunkerque, y se embarcó como Polizón en un viaje corto hasta Portsmouth, atravesando el canal de la mancha por el paso de Calais. Cuando el barco, llamado Great Victory of the Seas IV, llegó a puerto, uno de los marinos ingleses que hacía guardia e inspeccionaba los barcos que a Portsmouth llegaban, lo encontró, lo de tuvo y lo mandó de regreso a francia inmediatamente, obviamente, después de haber recibido una monumental paliza. Pero eso no es lo importante. Jacques y Suzzane se han pasado muchos años esperando escuchar un Papá y Mamá.
Cuando más pequeño Givet, su prima Danielle, lo molestaba y le decía el “árbol”. ¿El árbol? Se preguntaba Givet, mentalmente, y gesticulaba su frente de manera que su ceño parecía un montículo de arena extraña. – Sí, el árbol, ¡tontito! Y no me mires así. ¡Árbol! -. Claramente este apodo venía por la falta de expresividad oral del niño Givet, más no sensorial, y eso, era algo que él no sabía. Pero hablemos un poco sobre la misteriosa Danielle, ¿Misteriosa? De misteriosa no tiene nada; a los 7 años su madre Simonette murió de alguna enfermedad rara, que le afectó su sistema pulmonar, por lo que el espectáculo final, en el que Danielle observaba la agonía de su madre, la cual temblaba y se sacudía de lado a lado estirando sus brazos al cielo, con el rostro totalmente pálido y el semblante desvanecido. ¿Será menester que les hable sobre su padre, y las llegadas al hogar totalmente alcoholizado, y las veces en que intentó violar y abusar sexualmente a la pequeña? Mejor no les relataré nada sobre eso, puede ser que obviar ese tema les regale alguna sensación o declinación sobre la niña Danielle que no quiero lograr.



El punto es que Danielle siempre fue una niña abandonada. Sus padres, como ya mencioné, nunca le regalaron el cariño necesario, ni comprensión ni nada de esos tópicos seudo-clichés. Elementos, que si encontró en su primo Givet. El cuál la escuchaba y amaba con su increíblemente puro corazón, libre del bombardeo, de las sucias miradas humanas. Givet sólo se guiaba por las maravillas que disfrutaba su vista día a día; la tranquilidad del Rin, las casa de Strasburgo, los maizales en su máxima altura, que rozaban su frente mientras él intentaba cruzarlos de extremo a extremo, campos de bienaventuranza, los vuelos de las aves bellas, danzando en el cielo, el pequeño albatros, las golondrinas dulces, e incluso, los ambiciosos deseos de los caracoles, que persistentes y tontos, buscan refugio para su lentitud.

Finalmente, la amistad de Givet enamoró a la joven Danielle, la que buscaba, a sus 17 años alguien que la ame, perfección que encontró en su querido árbol, que sentía de igual forma a las mariposas en su vientre, cada vez que jugaba a revolcarse por algún campo de margaritas junto a Danielle. El problema era uno sólo, pensaba él, ¿Existía forma alguna de probarle a Danielle el amor que de su mudez, él profesaba, o intentaba hacerlo? Al parecer no, cada vez que se acercaba a ella, ésta esperaba que declarara su amor de una vez por todas, pero el resultado era otro; alguna caricia, un roce de labios obre su fino cuello, humedeciéndolo poco a poco. Hermosos juegos, encantadores de hecho, pero Danielle añoraba un “te amo”, un simple “te quiero” o algún “deseo estar contigo para siempre. Hecho lamentable, puesto que gracias a los sueños de la joven, siempre existiría una barrera entre Givet y Danielle.

Un día de Agosto, cuando ya el verano estaba en sus últimas, Danielle se encuentra con un vagabundo conocido por esas zonas, un hombre que había nacido de príncipes y nobles, pero que decidió la vida de eterno peregrino, cosa que todo el mundo (me incluyo) confundía con un simple mendigo de capilla. Ambos, se encontraban ese día tirando piedras al Rin, en las afueras de la ciudad, cuando entonces el asceta llamado Felipe, por su gran similitud con un Rey lejano, le dijo: - ¿Qué hace por acá señorita Danielle? ¿No debería estar jugueteando con su novio, el joven Givet?-. A lo que la señorita respondió. - ¿Novio? No lo creo, nuestras diferencias son amplias y duras. Es verdad que sueño su cuerpo en mi lecho, pero no hay palabras entre nosotros. -¡Necia mujer! ¿Por qué te privas del romance por un detalle tan inútil, tan ridículo?¿No sabía usted acaso que los antiguos hombres primitivos no tenían idea alguna de lo que era la comunicación y menos sobre filología, y las ideas varias sobre la lengua, en aquellos días? Y aun así, los hombres bestia tenían amores y juegos seductores, a lo mejor, y en realidad, lo más seguro es que no hayan sido tan tiernos juegos como los vuestros, pero no sea tonta niña, y deja que los gestos hablen.
miércoles, abril 6

Gatos

6:15 AM. Llueve a cántaros, estamos en pleno invierno, tengo trabajo; pero mi cama es demasiado acogedora.
Una suave respiración me acaricia el rostro y lo veo a él: digno, callado, sereno…cómodo, astuto, interesado. Molesto y catete, comprensivo y tierno también.
Mientras deja la cama y va a la cocina, recuerdo a mi mamá:
- Déjalo. ¡Es tan inútil…un gastadero de plata! Solo come y duerme… ¡Come y duerme!
Que cómico.
Me resigno a responderle:
- Pero si es solo un gato.